No, no hablo de la famosa escena de "Cincuenta sombras de gray" ni de "Entrevista con el vampiro", sino de esas entrevistas que hacen que te suden las manos y busques un lugar para acurrucarte un ratito o del programa de Bertín Osborne (ese que se ha pasado a la 5 para cobrar más).
Y tú dirás, "pero bueno, Gema, si esas dos cosas son totalmente distintas. En una te presionan para ver si sirves para algo en la vida y en la otra haces una cena sin saber si quiera encender la vitro".
Esto pasa porque hay dos tipos de entrevista en realidad tres, pero una es la mezcla: la estructurada y la no estructurada.
La estructurada es totalmente esquemática, la información recogida es más fácil de procesar y el que la realiza no tiene que tener ninguna cualificación específica. El único problema que tiene es que no se puede profundizar en temas personales, pues te sales del esquema.
La desestructurada se puede utilizar con cualquiera cuando sea, permite profundizar y orientar. Lo que pasa es que se necesita más tiempo, sobre todo si entrevistas a alguien que le gusta hablar sin parar. Además es más caro, necesita a un personal capacitado (para exprimir al máximo) y los datos son más difíciles de procesar.
Y la que digo yo que es mezcla, es la semiestructurada. Esta tiene un guión flexible, con estilo propio y personal.
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